lunes, 7 de abril de 2014

SABÍAS QUE ... Según la Universidad de Harvard una de las empresas más eficientes del mundo y la primera en rentabilidad está en México



Esta empresa 1. no es privada, 2. todos sus trabajadores ganan lo mismo y 3.todas las decisiones importantes las toman en Asamblea. Además, aunque se trata de una empresa de la industria automotriz, ha rechazado la instalación de robots, y todo el trabajo se hace a mano.

Esta empresa fabrica los autobuses Irizar. Establecida en el parque industrial de Querétaro, laboran 450 trabajadores, que han erradicado la palabra obrero, pues consideran que ese sustantivo oculta su identidad como personas; y en esa fábrica, que se considera a sí misma una asociación de personas –y no una empresa de capitales–, cada trabajador es igualmente responsable del proceso en su conjunto.

Se trata de la única empresa en Norteamérica, incluyendo a los Estados Unidos y Canadá, en la que todos los trabajadores son polivalentes, es decir, que todos saben hacer las tareas de todos. Y pueden incluso rotarse en la cadena de producción, sin que ello reduzca la productividad o la eficiencia. Lo mismo cada uno maneja el cautín que la pintura, el trabajo eléctrico que el mecánico. Se trata nada menos que de la refutación más tajante del supuesto de que hay que especializarse en una sola tarea o actividad para ser el mejor.

La fábrica se fundó con capital de la empresa cooperativa española de la misma denominación. Y durante los primeros años puso especial énfasis en la educación de sus operarios en cuestiones contables, en valores, en principios y en capacitación múltiple. De 1999 a la fecha ha alcanzado la capacidad de producir cinco autobuses por día, 250 autobuses al año.

No se checa tarjeta ni se tiene obligación alguna de permanecer en la planta durante un número determinado de horas. Sólo se tiene que asumir la responsabilidad de entregar el trabajo a tiempo. Los trabajadores más eficientes solo laboran seis horas. Pero cuando el trabajo lo demanda o los pedidos crecen todos prolongan su jornada el tiempo necesario para surtir los pedidos.

Es la única empresa que no recorta personal cuando bajan las ventas o se contrae el mercado. Simplemente inventó el término de horas prestadas, o bolsa de horas, es decir, siguen cobrando todos sus trabajadores aunque la empresa no produzca la misma cantidad porque no pueda venderla, y cuando el mercado se reactiva reponen todos las horas que ya cobraron.
No tiene capataces, ni ingenieros que cobren más que el personal que realiza el trabajo directo. La única diferencia salarial es la que adquieren los que tienen trabajos de responsabilidad y coordinación, pero no disparados. Sólo existen cuatro niveles de salario por índice de responsabilidad.

La empresa entrega sus estados de resultados a todos los trabajadores, explica cuánto se amortiza y cuánto se repatría a la cooperativa que realizó la inversión original. Pero toda la diferencia es administrada por los trabajadores que en asamblea definen su aplicación.

De esos remanentes han financiado actividades culturales, de salud y de beneficencia en el municipio en el que la planta está ubicada, y todavía después han podido cobrar doce meses de salario por reparto de utilidades, y les ha sobrado dinero.

Suena fantasía, pero ahí está para quien quiera visitarla. Porque es la prueba y demostración más clara de que la empresa social es mejor, en todos los sentidos, que la empresa privada que se organiza en interés de unos cuantos accionistas, de manera vertical y jerárquica, y especializando a sus trabajadores.

Irizar es parte de la avanzada de la economía social en México. Una economía pujante, que no aparece en la estadística ni en las políticas públicas, pero que tiene las empresas productivas más rentables, más eficientes y donde la gente vive mejor y gana mejor.

Lo distintivo de su organización es lo que llaman los economistas la horizontalidad, es decir, la comunicación total entre todos los trabajadores. Una comunicación que está al servicio del trabajo en equipo y el fortalecimiento de la confianza.

Todos y cada uno de las personas que trabajan en Irizar han asumido un decálogo que los hace ser verdaderamente diferentes: trabajar en equipo, tener iniciativa, desarrollar la polivalencia, elevar la calidad, cultivar la honradez, trabajar con libertad, mantener el respeto, prestar la ayuda mutua, cultivar la confianza y mantener la comunicación. Eso es mucho más que ser competitivo. Es haber levantado una empresa donde lo que importa es el hombre, y no el capital.

Mucho aprenderían nuestros servidores públicos de los trabajadores de Irizar. Sobre todo para entender que el sector social no puede ser tratado como si fuera una empresa lucrativa. Y no se le puede aplicar ni la misma política fiscal, ni los mismos impuestos. Y esto así lo han recomendado tanto la Organización Internacional del Trabajo, como la Organización de las Naciones Unidas. Pero nuestros “fiscalistas” y funcionarios de Hacienda, ni oyen, ni ven, ni entienden, ni saben.

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